NIETZSHE Y EL VITALISMO

 Se suele considerar a la filosofía nietzscheana dentro de una corriente filosófica que se desarrolla a finales del XIX y XX denominada Vitalismo; no es que sea la filosofía de nuestro autor vitalista en sí misma, sino que se le considera vitalista.

 Para Nietzsche la vida es el núcleo, la realidad primaria y originaria del mundo. El mundo es vida, ¿qué es la vida? La vida es la realidad fundamental, la dinámica fuerza primordial que está en la base de todo lo que existe. No es fácil conocerla a través de la razón, a través de los conceptos elaborados por la razón; más bien, es » un algo» que escapa a la cognición de la razón; su captación es posible, sin embargo, gracias a la intuición, sobre todo la artística. Hasta podríamos decir que es irracional, en efecto, es aquello que es rechazado por la razón. ¡Vitalidad! ¡Amar la vida en sí misma! ¡Aceptarla con todo lo que somos, sentimos! ¡Vive una y otra vez tu vida exactamente igual! ¡Qué cambiar! No aceptar tu destino es negar la vida, negar tu vida. Lo que tú hagas a partir de este año, tendrá repercusiones en ti y los demás para bien y para mal, después de todo: “Una alma perturbada es una alma viva”.

 

 

 La vida en su contexto biológico consiste en al afirmación y revaloración del cuerpo y de los instintos, de la lucha por la supervivencia, de la naturaleza, del amor y de la muerte, de la finitud y la parte irracional de la vida. El principal representante de esta línea de pensamiento es el filósofo alemán  Nietzsche

Cuando no se sitúa en la vida su propio centro de gravedad, sino en el "más allá", en la nada, se despoja a ésta de su esencia. La gran mentira de la inmortalidad personal le quita al instinto todo lo que tiene de razón, de naturaleza. Desde ese momento, todo lo que hay en los instintos de beneficioso, de favorecedor de la vida y de garante del futuro, despierta desconfianza. El sentido de la vida se convierte entonces en vivir de manera que ya no tenga sentido vivir. ¿De qué sirve, pues, el sentido comunitario, la gratitud a los orígenes y a los antepasados? ¿Para qué colaborar, confiar, impulsar y favorecer cualquier forma de bien general? Todas estas actitudes son tentaciones, desviaciones al "camino recto" (...) Todo individuo, como poseedor de un "alma inmortal", ocupa el mismo nivel jerárquico que los demás (...) Cualquier beato desequilibrado tiene el derecho de imaginarse que por él se transgreden a cada paso las leyes de la naturaleza. Nunca maldeciremos con suficiente desprecio una acentuación como ésta de toda suerte de egoísmo que llega hasta lo ilimitado y hasta la desvergüenza (...) La "salvación del alma" equivale, hablando en plata, a afirmar que el mundo gira en torno a mí”. F. Nietzsche. El Anticristo.

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