Que vituperio la muerte de Socrates

 

.Que vituperio la muerte de Sócrates

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De Sócrates se ha decía que tenía la nariz chata, los labios gruesos y unos ojos prominentes. Así, si asumimos que la cara es el reflejo del alma, en Sócrates, sus grotescos rasgos no podrían aludir sino a la originalidad de su pensamiento.

 

La profesión de sus padres influiría de manera sutil pero palpable en el modo de afrontar la filosofía, permitiéndole trasladar a un plano racional aquello que sus padres realizaban en el plano material o más palpable. Su padre, un escultor capaz de liberar de un bloque informe de piedra, formas y figuras que aparecen ocultas ante nosotros; se casó con Fenáreta, una comadrona, cuya misión era asistir durante el parto. Del mismo modo, Sócrates ayudaría a sus discípulos a alumbrar nuevas ideas. Este método conocido como mayéutica fue la aportación más novedosa de su pensamiento.

 

Se le recuerda paseando por el ágora y la Acrópolis, acompañado de un séquito de aprendices y curiosos, a quienes sometía a constantes preguntas en aras de desarmar cualquier argumentación. Precisamente en eso consistía la mayéutica; en acompañar a sus interlocutores hasta la toma de conciencia de la propia ignorancia y posicionarlos en el camino del conocimiento, la verdadera virtud o excelencia de los hombres.

 

Muchos de estos que entonces le acompañaban, años más tarde le señalarían por atentar contra la democracia, en un cobarde intento por salvaguardar su propia persona. Ellos mismos se habían unido a la resistencia de Sócrates frente a determinadas leyes, pero ahora que habían ascendido al poder sabían del peligro de que suponía una mente crítica como la del filósofo en una democracia inestable. La dificultad de realizar acusaciones políticas sobre él sin que los propios acusadores se vieran implicados, les hizo optar por la presentación de cargos de carácter religioso y moral.

 Sócrates, biografía del padre de la filosofía - La Mente es Maravillosa

De este modo, Sócrates sería condenado a muerte esperando hasta la ejecución de la condena en una celda del monte Philopappous cercano a la Acrópolis. Una vez más, fiel a su conciencia y respetando la injusta decisión auspiciada por la democracia, descartó cualquier reducción de la pena y bebió de su copa con cicuta. Allí le acompañaban sus fieles seguidores, atónitos e impotentes ante la aceptación de la condena por parte del maestro.

 

La muerte de Sócrates supondrá el pistoletazo de salida para la sistematización del pensamiento filosófico en la Antigua Grecia así como la creación de las grandes escuelas griegas que darían comienzo con la academia de Platón hasta las reuniones de estoicos bajo la famosa columnata del ágora.

 

La humildad de su carácter impidió que transmitiera por escrito sus pensamientos. Será su discípulo Platón, quién escribirá en forma de diálogos las reflexiones de su maestro tratando de plasmar la fluidez del lenguaje oral frente al hieratismo de la escritura. Platón intentará mantenerse al margen de interpretaciones aunque a medida que avanzan sus escritos comenzarán a entremezclase las enseñanzas socráticas con sus propias ideas, haciendo difícil discernir la autoría de las reflexiones.

 

 

 

Una vez comprendemos la muerte de Sócrates vamos ha hablar sobre la presión donde estubo nuestro autor sus últimos días

 

Prisión de Sócrates 

 

 

El lugar escogido para que Sócrates pasara sus últimas horas de vida en compañía de sus familiares más cercanos y algunos de sus discípulos, fue una pequeña prisión excavada en una roca, situada dentro de la Colina de Filopapo A escasos 500 metros de distancia de la Acrópolis.

Otra perspectiva de la fachada de la prisión de Sócrates, a la que los barrotes de la entrada impiden el paso

Hoy en día, dicho emplazamiento presenta un lamentable estado de conservación, pero a pesar de todo es un enclave histórico que merece la pena visitar si eres un enamorado de la historia. Su fachada puede contemplarse desde un par de bancos que hay justo enfrente, en los que sentarse y reflexionar sobre la vida y obra de esta figura universal, mientras la sombra de los pinos permite refugiarse del calor ateniense en los meses de verano.

Añadir que existen otras teorías por las que la prisión de Sócrates podría encontrarse en otros emplazamientos:

  • A los pies de la colina, situada justo enfrente de la iglesia de San Demetrio el Bombardero.
  • A lo alto de la Avenida Apostolou Pavlou, junto al cine de verano.

 

 

Algo muy interesante es el veneo que ingirió nuestro héroe para morir, vamos ha hablar sobre él !!!!!! 

 

 

La cicuta, es una planta herbácea bianual de la familia de las apiáceas, género Conium y especie maculatum. Es originaria de Europa y el Norte de África y suele crecer en zonas húmedas como orillas de los ríos, pero también en bordes de caminos y zonas sin cultivar, hasta el punto que es considerada una especie invasora en doce estados de EEUU.

Ilustración del siglo XIX de Conium maculatum. Fuente: Wikipedia


Conium maculatum puede alcanzar hasta dos metros de altura. Tiene un tallo largo, pelado, con manchas purpúreas. Las flores, blancas y pequeñitas, están recogidas en agrupaciones en forma de sombrilla y sus frutos son pequeños y ovalados de color verde claro. Las semillas son  negras y sus hojas, quizá os recuerden a una hierba muy culinaria… fijaos bien en la ilustración. No en vano, un pariente próximo, la cicuta menor o Aethusa cynapium, es conocida como «perejil de perro», «perejil de las brujas» o el explícito «perejil de tonto».  Se han dado casos de envenenamiento de personas o ganado por ingestión accidental de esta planta al ser confundida con el perejil.

Hojas de cicuta, muy parecidas al perejil. Fuente: Wikipedia


La variedad que crece a orillas de los arroyos y estanques, la cicuta acuática o Cicuta virosa, es más venenosa que las variedades de secano y su porte es algo menor: mide entre sesenta centímetros y un metro de altura. Todas las variedades tienen un olor muy desagradable cuando se rompen o restriegan y contienen alcaloides tóxicos.


Estos alcaloides están en toda la planta, aunque lógicamente sus proporciones son variables dependiendo de la etapa de maduración y las condiciones climáticas: siempre más abundantes en frutos verdes, y más en frutos que en flores.  El alcaloide responsable de la toxicidad de la cicuta mayor y sobre la que hablamos en esta ocasión, es la coniína, también llamado cicutina. Salvo rumiantes y pájaros que parecen ser resistentes, es un veneno violento para bóvidos, conejos y carnívoros y bastan pocos gramos de fruto para causar la muerte en humanos.

Decíamos que los síntomas de envenenamiento por cicuta no cuadraban con la  plácida muerte que tuvo Sócrates. Lejos de la parálisis ascendente que sufrió, la cicuta empieza a mostrar síntomas de intoxicación muy rápidos y bastante horribles ya que no se pierde la conciencia en ningún momento: fuerte dolor de cabeza, náuseas, diarrea, vértigos, dolor abdominal, sed, dificultad para tragar y hablar, vómitos violentos y parálisis de los miembros inferiores que va ascendiendo. A continuación tienen lugar la dilatación de las pupilas, la pérdida de coordinación, los estertores y el enfriamiento de las extremidades. A estas alturas el intoxicado no puede hablar debido a una parálisis de la faringe y de la lengua, aunque sigue consciente y finalmente, paraliza músculos respiratorios y muere por fallo respiratorio.

A pesar de la terrible agonía que provoca, la muerte por envenenamiento con cicuta, se consideraba en la época de los griegos «la muerte dulce», un privilegio caro al cual no todos los reos podían aspirar. ¿Cómo serían las otras?

A Sócrates no le dieron frutos ni hojas (6-8 g hubieran sido suficientes), sino el alcaloide puro. Una dosis letal de 0,2 g. Dado que es poco soluble en  agua pero muy soluble en alcohol, se contempla la posibilidad de que se la dieran disuelta en vino, e incluso que estuviera mezclada con otros narcóticos como el opio, lo cual suavizaría los efectos reales del envenenamiento.

No hay antídotos específicos frente a la coniína. Actualmente, con un vaciado gástrico, carbón activado, benzodiacepinas para las convulsiones y alguna asistencia mecánica renal y ventilación asistida, cabría la posibilidad de que la mejoría fuera rápida y total, siempre administrado rápidamente. Pero los centenares de ciudadanos que fueron ejecutados bebiendo cicuta durante el régimen de los Treinta Tiranos allá por el 404 a.C.  y el gobierno que los derrocó, no corrieron la misma suerte.

El brebaje era muy costoso de obtener y no todos los condenados podían pagarlo, así que en el caso de Sócrates, que como bien sabéis a estas alturas del relato no tenía fuente de ingresos (conocida, al menos) y vivía como un pobre, se lo pagaron sus discípulos. Para la preparación del veneno había que extraer el principio activo de las semillas de la planta, para lo cual, machacaban y molían las semillas en un mortero, les agregaban agua y dejaban reposar. Después, filtraban el preparado y ya estaba listo para ser administrado.

Además de ser el “veneno de estado” usado para ajusticiar en la Antigüedad, la cicuta tuvo otros usos. Está documentado que en épocas de hambruna, por el 63 a.C – 21 d.C., se suministraba forzosamente a los mayores de 60 años por el bien común, buscando que los alimentos disponibles fueran suficientes para el resto de la población. Ha sido usada como antiespasmódica y sedante nervioso para calmar dolores persistentes. Por este motivo, se aconsejaba su uso como antídoto para la estricnina. Tiene un efecto narcótico similar a la belladona y persistente, ya que se prolonga más de 40 horas. Por vía externa, se ha usado en linimentos para la ciática, neuralgia del trigémino y dolores reumáticos.

Es cierto que muchos de los fármacos que hay en la actualidad contienen un principio activo obtenido de plantas como el sauce, del cual se extrae el ácido salicílico, o la adormidera, cultivada desde hace 7000 años y que es la fuente de la morfina, pero una planta o las partes de esta, no es igual que el principio activo que se emplea en farmacología y esto ha sido así desde hace milenios. Parece que en la sociedad contemporánea se ha establecido la “vuelta a lo natural” potenciando que lo natural es mejor y más sano, de una forma que, en ocasiones, raya el ridículo.

¿Hay algo más natural que una planta herbácea que podamos encontrar en las orillas de los ríos? Natural es morirse, aunque mejor que no sea con ningún pariente del «perejil de tonto»…




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